Una jovencita muy caliente le gusta coger

Una jovencita muy caliente le gusta coger

Una jovencita muy caliente le gusta coger

Hola me presento soy Kenia tengo 25 años, llevo viviendo sola en CDMX un año y medio. Me describo, soy bajita, mido 1.60, soy morena de pelo negro y no tengo un cuerpo increíble pero tengo grandes senos. Desde que comenzó mi despertar sexual me eh sentido atraída por hombres muy mayores a mí, también eh tenido sexo con chicos de mi edad pero las mejores cogidas que eh tenido han sido con hombres maduros. Y lo que les voy a contar tiene que ver con esto.

El año pasado en el mes de junio mi baño tuvo un problema con el lavabo pues se tapó y tuve que llamar a un plomero que me recomendó una vecina, el señor quedo de ir temprano al otro día lo cual agradecí pues más tarde tenía un compromiso, pero el señor no fue puntual y llego casi a la una de la tarde. La verdad estaba molesta y quería reclamarle pero mi sorpresa al recibirlo hizo que mi enojo se esfumara, cuando abrí la puerta me encontré con un señor algo más alto que yo, panzón, calvo, bigotón y que de su playera dejaba ver que era muy velludo. Era el tipo de señor que me vuelven loca, se veía que andaba en sus cincuentas pues en su bigote ya se veían varias canas.

-Buenas tardes muchacha, soy Tomas vengo a reparar el baño, perdón el retraso, pero me ocupe con unas cosas y no pensé tardar tanto. Me dijo apenado mientras lo invitaba a pasar.

-No se preocupe está bien. Le dije mientras sentía como mi cuerpo empezaba a reaccionar queriendo ser montada por ese señor. –Por acá está el baño.

Lo lleve hasta el baño y le explique cuál era el problema, él me dijo que empezaría checando la tubería pero que no creía que fuera algo grave. Yo lo mire comenzar a trabajar y sentía un cosquilleo entre mis piernas, quería que él me dedeara con sus manos sucias. Pero no sabía cómo podría reaccionar si era directa con lo que quería, así que decidí hacer algo para seducirlo.

-Disculpe señor, es que llevo algo de prisa, ¿Le molesta si me baño mientras trabaja?

Don Tomas se me quedo viendo un momento, como si no hubiera entendido bien, pero rápido me dijo que si, que por él no había problema. Fui corriendo a mi cuarto desvestirme, me enrede la toalla dejándola muy abajo, apenas tapándome los senos y volví al baño, entre y le agradecí por entender, él me dijo que no había problema pero note que me miraba las piernas y mis senos, como queriendo lanzarse sobre mí, desde ahí supe que no habría problema de continuar con mi “plan”. Me acerque a la regadera y la abrí, para luego empezar a quitarme la toalla, lo hice lento para sentirme sexy y aunque estaba dándole la espalda sentía como don Tomas me miraba. Decidí no cerrar la cortina para que él pudiera ver cómo me bañaba. Deje caer el agua sobre mi cuerpo, para luego empezar con mis manos a tocar mis senos mientras veía la cara de don Tomas, estaba incrédulo de que una chica tan joven como yo estuviera frente a él, provocándolo de esa manera y eso solo excitaba más por lo que baje mis manos a mi vagina y empecé a masajearme mientras gemía y relamía mis labios, sin dejar de verlo. Fue entonces que se acercó, cerré la llave del agua y el empezó a tocarme los pechos, pellizcaba mis pezones y los retorcía sin quitarme la mirada.

-¿Te gusta? Me decía con una voz llena de morbo.

-Sí, sigue papi. Le conteste.

Luego empezó a besarme, metiendo su lengua en mi boca para luego morderme el labio, de pronto sentí que bajo su mano a mi entre pierna, para empezar a querer meterme los dedos, sus manos eran rasposas y tenía dedos gordos, lo que hizo que empezara a gemir más alto, lo que podía ver que él disfrutaba, le hice quitarse la playera vieja que traía para poder verlo, su pecho estaba lleno de pelo y tenía una gran panza.  A cualquier otra mujer le parecería desagradable, pero a mí y más en esa situación me hacía ponerme más caliente. Le desabroche el pantalón para empezar a mastúrbalo, mientras el con una mano me sujetaba un pecho mientras lamia y mordía mis pezones, mientras que con la otra seguía dedeandome, para este punto ya estaba muy mojada y sentía que pronto iba a llegar al orgasmo. Le dije que esperara, ahora quería mamarle la verga, así que sin poner ningún pero él se terminó de quitar el pantalón y yo me hinque para empezar a chupársela. Su verga era normal, quizá unos 15 o 16 centímetros pero gordita y también era muy peludo, me la lleve a la boca, empecé a lamer y a mamar, metiéndomela toda a la boca mientras oía a mi macho disfrutar.

-Que rico lo haces, se ve que te gusta la verga, eres bien zorra, me encanta. Decía mientras yo seguía dándole placer.

En un punto me hizo levantarme para el agacharse y lamerme mi conchita pero no fue mucho, me pego a la pared, sentí su cuerpo presionar contra el mío y luego su verga queriendo entrar en mí, hasta que sentí la cabecita entrar y luego de golpe todo lo demás, empezó a metérmela fuerte como desesperado.

-¿Te gusta mi conchita papi?

-Sí, eres una zorra, mira cómo te entra, se ve que ya estas usada.

-Me gusta tu verga papi, no pares, sigue.

Le decía llena de excitación, me agarro del pelo y me jalaba, mientras que con la otra mano me sujetaba de la cintura. Me la siguió metiendo un poco más hasta que no pude más y termine, sentía mi entrepierna empapada, Don tomas tampoco tardo cuando me dijo que ya se iba a venir, me apure a hincarme nuevamente y meter su verga en mi boca, recibiendo toda su lechita, la saboree y luego me la tome, ahí hincada llena de sudor lo mire.

-¿Le gusto papi?

-Uff me encanto, estas bien buena, te entra bien fácil.

-Gracias papi, cuando quieras puedes venir a revisar mi baño y podemos repetir.

Él se volvió a vestir mientras yo solo me enrede la tolla, de mi compromiso ni hablar, tuve que reajendarlo pero totalmente valió la pena, mis piernas me temblaban. Acompañe a Don Tomas a la puerta pero antes me volvió a besar y a manosearme.

-Adiós putita. Cuando quieras verga llámame y vengo a darte.

-Claro que lo hare papi.

Después del plomero seguí con mi vida de aventuras ahora en otro lugar

La casa de mis padres en Veracruz es de dos niveles, mi recamara se encuentra en el segundo nivel y da al patio trasero, en el que durante este tiempo mi papá decidió que sería bueno construir un cuarto extra que funcionará como bodega. Esto llevo a que contratará a un albañil conocido de la familia, se llama Pedro. El señor es un hombre ya de 53 años, con esposa y dos hijos; siendo sincera desde que empezó mi despertar sexual, me empezó a llamar la atención, pues aparte de ser un hombre maduro, me gusta que tiene piernas y brazos anchos por sus años de trabajo como albañil, que tiene una panza chelear y un bigote muy poblado. Pero nunca se me había presentado la oportunidad de intentar algo con él, pues como les digo es conocido de la familia (trabajo en la construcción de la casa y aparte es de la misma colonia) por lo que en su momento pensé que lo mejor era tener un trato lejano con él.

Así Don Pedro (como yo siempre le había dicho) llego a trabajar a mi casa, su horario era de 7 de la mañana a 4 de la tarde, en este horario me quedaba sola pues mis papás se iban a trabajar y yo aun estaba de vacaciones. Por lo que me tocaba de vez en cuando ver que la obra fuera bien y además darle de comer a Alberto. Mis padres no tenían problema con esto, pues de verdad le tienen mucha confianza al señor. En los primeros días de repente solo lo veía trabajar desde mi ventana, lo veía todo sudado cargando cubetas con material, ya entrado el medio día con el sol a todo lo que daba de pronto veía que se quitaba la playera dejando ver su torso, solo tenía pelo en el pecho, ya canoso. Verlo trabajar así me hacía tener ganas de que me forzara a mamarme la verga sudada, me imagina que seguro le sabría riquísimo. Pero solo me quedaba con la fantasía y me masturbaba pensando en él, imaginando que seguro cogería muy duro.

Al final de la primera semana al medio día le serví de comer y me senté a acompañarlo. Empezamos platicando del clima del calor que estaba haciendo, qué el ventilador solo echaba aire caliente, también me dijo que ya solo faltaba poner la losa y revocar, por lo que ya no tardaría mucho en acabar la obra.

Yo ese día iba vestida con un pequeño short y un top de color negro, con el que se resaltaban mis senos. En más de una ocasión me di cuenta que la mirada de Don Pedro terminaba ahí, en mis pechos, pero no me molestaba, al contrario, su mirada lasciva me empezaba a poner caliente.

– Kenia déjame decirte que has crecido mucho. Te has puesto muy bonita.

-Muchas gracias. Le dije y le sonreí inocentemente.

-¿Apoco no tienes novio?

-Nop. Por el momento no ha llegado nadie.

-¿Enserio? No, si yo estuviera chamaco andaría contigo y te trataría como una reina.

-Ay Don Pedro, muchas gracias, pues ya ve, si hay alguno que otro que quiere andar conmigo, pero no me gustan.

-Bueno, pues está bien que no andes con cualquiera, es mejor que busques un buen hombre.

-¿Uno como usted? Le dije sonriendo mientras jugaba con mi pelo.

Él se rio, se veía que no se esperaba esa respuesta y hasta se puso algo nervioso.

-Ahora si me hiciste reír de veras Kenia.

Pensó que lo había dicho solo en broma así que lo dejo pasar, cambio de tema, acabo de comer y se volvió a seguir con la obra. Pero a mi ya me había quedado la espinita ahora, pues pude ver que si le gustaba solo tenia que calentarlo y a lo mejor lograba cumplir mi fantasía de cogerme a Don Pedro.

Al siguiente día en cuanto me quede sola, me levante a bañarme, me puse una falda negra y un top blamco que me quedaba muy pegado, no me puse ni tanga ni brasier, por lo que se me veían los pezones paraditos, Don Alberto ya había llegado, lo podía ver desde mi ventana trabajando, baje y serví agua con hielos en unos vasos y salí para llevárselos.

El sol estaba con todo sumado al trabajo pesado qué estaba haciendo él me lo encontré bañado en sudor. Me acerque meneando mi cuerpo y el se percató de mi presencia desde lejos, entre más me acercaba veía su expresión de impresión, tenía los ojos sumamente abiertos y hasta parecía que iba a empezar a salivar.

-Buenos días Don Pedro, ¿No se aguanta el calor verdad?

Le ofrecí uno de los vasos de agua.

-Gracias Kenia, si, esta insoportable.

Mientras se tomaba su vaso de agua pude ver como ya más descaradamente su vista me recorría de pies a cabeza, sobre todo mirando mis pezones qué se traspasaban, además que en su viejo short sucio podía ver como algo empezaba a crecer.

-De verdad que trabajo muy rápido. Dije mientras entraba al cuarto en obra negra, no era muy grande, de unos dos por cuatro metros y aún estaba sin techo.

-Pues se hizo lo mejor que se pudo, aún falta más pero así lo llevamos. Él también entro y dejo su vaso sobre unas tablas, medio disimuladamente intento acomodarse el paquete, pero yo aun podía notarlo. Le di un pequeño sorbo a mi agua y como por accidente derrame lo demás sobre mí, haciendo que mi ropa se me pegara más y transparentando mi cuerpo.

-Ay, ay, soy una tonta. Actúe sorprendida, además de que lo frío me puso aún más firmes los pezones.

-Ay Kenia, ya te mojaste toda, por aquí tenía un trapo, déjame ver. Podía notar como se le iban los ojos por querer verme, mientras él daba vueltas buscando.

-No, no se preocupe, voy a tener que quitármelo y ponerme otra ropa, ni modos. Sin darle tiempo a que me dijera algo más ahí mismo me quite el top y quede al descubierto frente a él. En su cara podía notar su total sorpresa, además podía ver como el morbo iba creciendo en él.

-Al menos sirvió para refrescarme. Me reí y Don Pedro también soltó una risa nerviosa. Solo que ahora termine con mis tetitas muy duritas ¿Quiere tocarlas?

-Ay Kenia como vas a creer, no, eres una chamaca, mejor tapate, te vas a enfermar.

-Ándele, tóqueme Don Pedro. Le dije mientras tomaba una de sus manos sucias y me la llevaba a mi seno.

Sus manos estaban rasposas no solo por el residuo del cemento también se sentían como manos de un hombre que se dedica al trabajo duro.

-¿Qué le parecen? ¿Le gustan?

-Uff si Kenia tienes unas tetas increíbles. Se animo a tocarlos con las dos manos, me encantaba como los masajeaba y apretaba.

-Yo también quiero tocarle algo. Le dije y bajé mi mano a su short para empezar masajearlo, podía sentir su verga ya parada, era gruesa, mi mano no alcanzaba a cerrarse a su alrededor, además que se sentía toda sudada. Don Pedro me empezó a besar, introducía su lengua en mi boca y me mordía mis labios. Luego bajó su mano y empezó a desearme, me encantó sentir sus dedos gordos jugando adentro de mí, me hizo mojarme muy rápido.

-Ni calzones traes, pinche chamaca ¿Te gusta?

-Me encanta Don Pedro, siga, no pare. Le dije mientras gemía de placer para luego volver a besarlo. Mis manos iban de su pecho peludo a su verga me sentía muy excitada por la brusquedad con la que me estaba tratando.

Él dejo de besarme y bajo a mis pechos, jugaba con ellos, lamia mis areolas y luego mordía, empezó con suavidad, pero no tardo en hacerlo con fuerza, casi queriendo arrancármelos.

-Pero que buenas tetas tienes, firmes, estas hecha una delicia.

– Gracias papi, tu me pones muy caliente, solo no me muerdas tan duro, por que me duele. Le dije inocentemente, a lo que el pareció molestarse y lo que recibí fue una cachetada.

-A ver chamaca tu me vas a dejar disfrutarte como yo quiera, me andabas provocando ¿No? Ahora te aguantas y vas a hacer lo que yo diga.

En ese momento me asuste un poco pues no esperaba que el amable señor que conocía pudiera tratarme así, aunque también se mezcló con el sentimiento de excitación de sentirme dominada. Luego Don Alberto me agarro del pelo firmemente y empujó mi cabeza hacia.

-Híncate y ponte chupar. Él se quito el Short y quedo solo con sus tenis puestos, me acerco la verga a la cara, de verdad la tenía muy gruesa pero de largo podría decir que no eran más de 16 cm. Su pene tenía un fuerte olor a sudor y orines, pensé en resistirme un momento, pero me dije a mi misma que Don Pedro tenía razón yo fui quien empezó esto y ahora lo iba a disfrutar. Abrí la boca y empecé a chupar, por más que habría la boca me constaba mantenerla adentro, además él se movía de enfrente hacia atrás violándome la boca y me empujaba para que llegará hasta la base, tenía arcadas y mis ojos llorosos, pero resistí lo más que pude.

-Abre más la boca perra barata, no te hagas la qué no sabes cómo se hace, si se ve que ya estas usada, todos en la colonia vemos como andas puteando con esa ropita de facilona qué siempre traes.

¿Se refería a mis top y short? Además, quienes eran “todos” eso me dejo algo preocupada, pero no me dio tiempo de pensar más pues él me hizo levantarme, me recargo contra la pared, me hizo abrir las piernas y luego se bajó a lamerme mi conchita, sentía su lengua subir y bajar, por momentos mordía mis labios vaginales y también sentía cosquillas con su bigote rozando toda mi entrepierna.

-Ay si, Don Pedro hágame lo así, me gusta mucho. Volvió a dedearme intercalando lo con seguir lamiéndome, pero esta vez no aguante más y llegue al orgasmo, mis jugos salieron disparados hacia su cara, especialmente su boca.

-No te digo, toda una chamaca puta, no sabes las ganas que te tenia, sabes bien rico. Termino de lamer todos mis jugos y luego me hizo voltearme e inclinarme.

Yo aun recuperaba el aliento cuando sentí la cabeza de su pene queriendo entrar, luego el tronco y me dolía de verdad era muy grueso para mí.

-Por favor espere a que me acostumbre, me está doliendo. De nuevo cometí el mismo error, pues termine de decir eso y me la metió de golpe, yo ahogue un grito de dolor, intente despegarme empujando con mis manos, pero él me inmovilizo con una mano y con la otra me jalo del pelo.

-¿Qué te dije? Yo te voy a coger como quiera, desde ahora eres mi puta, eres una perra barata, te voy a coger como yo quiera y cuando quiera ¿Entiendes?

-Si. Dije mientras intentaba soportar el dolor de sentir mi vagina abrirse bruscamente entre cada embestida qué me daba.

-Quiero oírte qué digas, si soy tu puta. Me exigió mientras aumentaba el bombeo.

-Soy su puta Don Pedro, hágame lo que quiera.

-Así me gusta, ahora ponte en cuatro.

Con dificultad me puse a gatas y nuevamente sentí a mi hombre ponerse atrás de mí y de nueva cuenta su pene de golpe, pero ya sentía menos dolor y más placer. Podía sentir su panza rebotando contra mi y sus huevos golpeando con cada envestida, además se inclino sobre mi y con una mano libre me agarraba mi pecho, jugando retorciéndome el pezón.

-Esta es la posición correcta para cogerme a una perrita como tú, ¿Disfrutas la verga de tu macho?

-Mucho, por favor deme más, me encanta su verga la quiero más adentro.

-Pues toma, esto es un hombre de verdad. Me la metía con más fuerza, parecía que me quería meter hasta los huevos mientras me ahorcaba con su brazo, dejándome sentir su duro musculo.

Empecé a notar que Don Pedro empezaba a agitarse, por lo que pronto seguro se vendría. Pero yo quería disfrutar un poco más.

-Don Pedro ¿Me dejaría cabalgarlo? Quiero montarme sobre usted, así podré sentir su verga entrar más adentro. Pensé que volvería a cachetearme por decirle “como cogerme” pero al contrario me dio un besito y salió de mí y se cómodo acostándose boca arriba en el suelo.

-Claro perrita, móntate, disfruta de mi verga.

Rápidamente me coloqué arriba de él, me puse en cuclillas e introduje su gordo pene en mí, el dolor se había ido del todo y ahora solo quedaba placer puro en mí. Empecé a subir y bajar, de verdad sentía su verga llegar muy adentro de mi, apoyaba mis manos en su duro pecho, nos manteníamos la mirada fija, veía como gozaba de tenerme ahí a su merced, tenía una sonrisa de viejo pervertido qué ponía aun más cachonda, solo podía pensar en que no solo estaba con un hombre maduro tan rico como él, si no que era un hombre casado, me daba mucho morbo pensar en que yo en ese momento le estaba haciendo disfrutar más que su esposa y que seguro el estaba haciéndome cosas que su mujer jamás le permitiría, todo es morbo me llevo a tener otro orgasmo qué me hizo contraerme apretándole la verga y eso era lo último que faltaba pues no mucho después de eso, él cerro los ojos, tenso el cuerpo, me hizo parar y empecé a sentir su verga palpitar liberando chorro tras chorro de seme, dejándome calentita por dentro.

Me deje caer sobre el pecho de mi macho, dándole besitos. Respirábamos agitados y estábamos llenos de sudor.

-¿Le gustó Don Pedro?

-Me encantó perrita. Me soltó una nalgada.

-Tenía mucho sin venirse ¿Verdad? Porque me dejó bien llenita.

-Si, ya como unas 3 semanas pues mi esposa ya no me afloja, lo bueno que ahora ya tengo una putita qué me va a estar complaciendo cuando quiera ¿Verdad?

-Claro que sí, cuando quiera me dice y yo lo atiendo. Me acerque a su rostro y lo bese mientras el acariciaba mi espalda.

No nos quedamos mucho tiempo ahí tirados pues yo tenía que irme a bañar pues el que yo me encontrará tan sucia podía levantar grandes sospechas en mis padres. Ambos nos vestimos no sin antes dejar que él me agarrara un rato más mis pechos. Habíamos tardado tanto que hasta mi ropa se había secado. Me despedí de él con un beso, pero antes de irme decidí preguntarle algo sobre lo que había dicho.

-Oiga Don Pedro.

-Dime mi Reina.

-¿A quien se refería con que todos en la Colonia me ven putear?

-Ay perrita pues es que a más de uno nos traes con ganas de cogerte viéndote como te paseas por aquí.

-¿Cómo a quienes?

-Pues por ejemplo Mario, dice que cada vez que te ve el culo se le pone dura, ya hasta te andan dedicando puñetas. Se rio y yo también con él.

Don Mario era otro señor de la colonia muy amigo de Don Pedro qué tiene una tiendita de abarrotes qué normalmente frecuentaba.

-Se va morir de la envidia cuando le diga que ya te cogí.

-No, por favor no le diga a nadie lo que paso.

Le dije preocupada, no quería que se hicieran rumores de mí.

-Y si no le dice a nadie, pues ya sabe que podrá repetir muchas más veces conmigo. Me acerque seductora y lo bese de nuevo.

-Uy pues por poder seguir usándote putita está bien.

-Gracias Don Pedro, va a ser nuestro secreto.

Después de eso lo deje y me subí a bañar, de mi vaginita iba escurriendo la leche de Don Pedro, tuve que comprarme una pastilla de emergencia por sí acaso, pero en ese momento yo disfrute, recogí el semen qué escurría de mi y me lo lamí hasta que sentí que ya no había más, sabía amargo pero no me importo, me daba morbo saber que era de mi macho.